miércoles, 16 de abril de 2014

Wardu

(Después de tanto tiempo, una nueva entrada. El blog no está parado, es que no tengo mucho tiempo, y además no tengo mucha inspiración últimamente, pero con el parón de Semana Santa puedo relajarme lo suficiente como para darle un pequeño empujón.)


Los wardu son una raza singular, una muestra del poderío de Sargón el Inmortal, y (dejando de lado el secreto que lo mantiene vivo) su mayor obra y contribución a la hechicería de Kishar. Mitad animales y mushkenu, la unión de dos especies tan distintas en un sólo ser requiere no sólo habilidad, sino la arrogancia necesaria para cometer la misma hazaña que los dioses: la creación de seres con alma. De hecho, los Awilum creen que Sargón ya no es un mortal, sino un ser divino encarnado en la tierra, como lo fueron una vez los amos huidos que los crearon y esclavizaron. Aunque no goza de la misma popularidad en las ciudades que los Igigu, el culto oficial existe, aunque es el ejército de Sargón quien cuenta entre sus filas con el mayor número de seguidores.

El Emperador no es el único que conoce el secreto de su creación: cada Ensi, al alcanzar su posición, recibe como regalo unas tablillas con el conocimiento necesario para su génesis. Junto a ellas se recibe un diminuto cilindro hueco sellado con cera que contiene la sangre de Enlil, el ingrediente necesario para que el ritual se lleve a cabo con éxito. Aunque es poca la cantidad del líquido vital, basta una sola gota para engendrar una docena de estos hombres-bestia o un centenar de mushkenu. Cada Ensi recibe este regalo una sola vez: Sargón no dará una gota más de Enlil al rey brujo en toda su vida. Hay quien sospecha que el Emperador da tablillas con instrucciones diferentes a cada Ensi, usando a los propios gobernantes en su ignorancia para experimentar con rituales y comparar los resultados con los que observa en otras ciudades.  

Incluso con el regalo de Sargón, no es seguro el proceso de recreación de los wardu. El Ensi seguramente desperdiciará algo de la sangre del dios antes de dar con el equilibrio adecuado. Ser tacaño con la esencia divina producirá efectos inesperados, como mushkenu con gigantismo y cuernos, o wardu bestiales (los kusariku del manual, pág 312). Ser generoso podría provocar efectos peores. 

Mushkenu gigante y brutal.
Incluso cuando el ritual está perfeccionado, a veces se producirán "fallos", lo que lleva a muchos Ensi a pensar que Sargón les está dando versiones inferiores del ritual verdadero que él conoce. No pocos reyes brujos han dedicado parte de su vida a mejorar estas ceremonias.

La brujería no es una ciencia exacta, y a veces produce resultados inesperados.

Se deja en manos de cada Director la forma en la que son creados los wardu. Yo, personalmente, me decanto por una horrible que demuestra las razones por las que la magia negra es malvada. 

LA CREACIÓN DE LOS WARDU

El ritual requiere hacer ingerir a un uro y un grupo de mujeres mushkenu un bebedizo especial. La poción es un cóctel de estimulantes afrodisíacos, que lleva al animal a un estado de excitación sexual y rabia extremas varias horas, en busca de hembras. El líquido contiene a su vez un fertilizante para que las mujeres puedan quedarse embarazadas con más facilidad. Esto, en teoría, es imposible, pero ahí entra en juego las súplicas a la diosa Shuk Nippurash, cuyo toque divino rompe todas las reglas y permite que dos especies distintas puedan procrear un vástago imposible a priori (por algo Sargón contactó con la Igigu cuando se rebeló contra los Annunaki para crear sus razas). Con la violación de las jóvenes y su pérdida de virginidad como sacrificio para la diosa, Shuk Nippurash concede su favor al rey brujo, que obra su oscuro sortilegio en el vientre de las muchachas, cuyo fruto darán a luz nueve meses más tarde. Es un proceso mucho más delicado de lo que se cree: los animales son indomables y no es raro que un ejemplar extremadamente salvaje mate a las inmobilizadas mushkenu, mordiéndolas y corneándolas en el proceso. Terminada la primera parte, las muchachas requieren constante supervisión para evitar grandes esfuerzos físicos y suicidios, e incluso entones se producen abortos espontáneos porque la magia no es totalmente infalible. Tras este horrible proceso, todas las jóvenes morirán dando a luz, pues el cuerpo de las mushkenu no está preparado para dar vida a estos seres.

Los recién nacidos son examinados en busca de deformidades, y aquellos que sobreviven tendrán que superar un segundo ritual que los hace madurar rápidamente. Este consiste en situarse bajo una plataforma en la que se sacrifica el padre de los recién nacidos invocando a Shuk Nippurash de nuevo con largos cánticos. Drogado para que sea relativamente dócil, su muerte acelera el crecimiento de los wardu recién nacidos mientras cae la sangre sobre ellos en un doloroso proceso de agonía para el animal.

Debajo de la plataforma, una mushkenu va depositando a los recién nacidos en el suelo


Si todo transcurre correctamente (aunque alguno puede revelar deformaciones durante el proceso de crecimiento acelerado), el Ensi dispondrá de un pequeño grupo de wardu adultos. Ahora tendrá que atarlos a su voluntad haciendo un tercer ritual.

Si todo va bien, el Ensi obtendrá hasta una docena de estos.


Al igual que los anteriores, no es nada agradable, pero sí mucho más rápido (como dije antes, todo esto es completamente propio de cada Director). Usando un trozo de bronce ardiente encantado a tal efecto, el rey brujo marca la piel del wardu mientras realiza varios juramentos a los dioses. La herida se cierra con arcilla fresca, sobre la que se estampa un cilindro sello del dueño del wardu con su nombre. En el momento de pronunciarlo, la herida sana rápidamente. A partir de ese momento, el wardu estará obligado a llevar a cabo cualquier orden de ese amo. Aunque no está obligado mentalmente a cumplirla, la herida se abrirá poco a poco hasta que se cumpla, en función de la necesidad del amo: órdenes poco importantes o urgentes para el dueño (como "traéme aquellas sandalias" o "averigua quién es esa hermosa mujer") simplemente provocarán una picazón o escozor en la zona de la marca, mientras que las más graves o necesarias (como "¡Mata a ese instruso!" o "¡¡Ayúdame me ahogo!!") darán como resultado punzadas de dolor y con el tiempo irán aumentando en intensidad, llegando a ser casi insoportables. Estar haciendo lo que se pide, no obstante, disminuye el dolor hasta hacerlo soportable, hasta terminar la tarea, momento en que se desvanece. Esto da como resultado una sensación de ansiedad y compulsión psicológica derivada del dolor, por el que el wardu llevará a cabo cualquier orden de su amo. En teoría podría resistir cualquier orden, pero la sensación sería tan terrible que haría falta una gran tenacidad para soportarlo durante toda la vida. Es por ello que los wardu odian tanto a los awilum: son esclavos desde que nacen hasta que mueren.

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