jueves, 26 de junio de 2014

Belatu, esposa de Daguna


Daguna no se encuentra solo en su templo, el dios de la Prosperidad goza en compañía de su esposa: Belatu.  Conocida como Shuk-Nippurash en otras ciudades, hace mucho que la influencia del Pescador de Almas obligó al templo de la Diosa ha someterse ante él. Aunque presentada como una gran alianza para ambas partes, la realidad es que Shuk-Nippurash no ha salido muy beneficiada de ello, aunque sigue estando, gracias precisamente a ese estatus oficial de compañera de Daguna, por encima de los otros templos menores de la ciudad.

Tanto su clero como su misma liturgia se han visto lentamente modificadas a lo largo del tiempo para adaptarse al dios patrón de Mari. Un signo de ello es el nombre de la diosa: Belatu no es realmente un auténtico nombre, sino un título que significa "consorte" o "esposa". Aunque al principio se la veneraba como Shuk-Nippurash, en las numerosas ceremonias públicas de ambos templos se apelaba a ella de forma ritual como Belatu, y así fue como quedó grabado con el paso de los siglos en la mente de sus habitantes, que hoy en día se refieren a ella por ese nombre. Sólo la suma sacerdotisa y el resto de las kadishtu la llaman por su verdadero nombre en las ceremonias privadas.

Una iniciada awilum descansando en los recintos del templo.


Las sacerdotisas llevan a cabo las mismas funciones que en otras ciudades, casi todas relacionadas con aspectos de la diosa. En una era tecnológicamente tan atrasada, las kadishtu son las mejores sanadoras del Imperio, y puede que incluso de Kishar. La diosa enseña muchos secretos acerca de la vida a sus hijas adoptivas, y como resultado su conocimiento de las artes de la curación no son igualadas por ningún otro templo. Este conocimiento no abarca sólo lo que entendemos por medicina natural, sino productos de belleza, fertilidad e higiene (no por nada las kadishtu tienen entre sus filas a las mujeres más hermosas del Imperio y se conservan mejor que muchas otras). También disponen de las mejores comadronas, y todos los nobles que se lo pueden permitir contratan sus servicios para que sus retoños lleguen a buen término, así como nodrizas para amamantarlos. Por último, las hijas de Belatu son las patronas de los burdeles (negocios legales en el Imperio), a los que supervisan y regentan como empresas públicas del templo.

Sin embargo, el descaro que las caracteriza en otras urbes del Imperio no es frecuente en Mari. El mundo patriarcal de los awilum les impide conciliar a Belatu con la imagen tradicional que se tiene de Shuk-Nippurash. A los ojos de los varones de Mari, una mujer casada no debería tener el descaro que suelen mostrar las seguidoras de Aquella Que No Tiene Esposo. Los largos siglos a la sombra de Daguna han obligado a retraerse a las sacerdotisas, que se han vuelto mucho más parecidas a las de otros templos que a sus contrapartidas de otras ciudades.

Las kadishtu visten con más recato, se cubren los cabellos con los velos que usan las mujeres casadas de alto rango de la ciudad, pasando más desaparcibidas en las calles. No obstante, la afamada belleza de sus rostros y cuerpos sigue presente en ellas, pues aún de esta guisa su diosa las colma de bendiciones, y las hace aún más apeticibles para los hombres, insinuando en lugar de mostrar. También su conducta es más moderada y aceptable para la moral asfixiante impuesta por los awilum.

Ni siquiera los velos son capaces de contener el poder de sus miradas.


Eso no quiere decir que sean menos peligrosas que sus contrapartidas: las kadishtu simplemente tienen más cuidado y son más indirectas que antes. Sus manipulaciones simplemente adoptan términos más aceptables y menos visibles para la sociedad en la que viven. Estableciéndose como educadas e inteligentes maestras de las artes que se esperan de una buena esposa, logran el favor de las Casas y familias que gobiernan la ciudad. Además, sus sacerdotisas de bajo rango tienen la capacidad de actuar como concubinas, muy solicitadas y caras por lo que los harenes de los hombres de poder tienen a una espía dentro de sus mismos hogares. Las redes que tejen en el interior de la ciudad les hace mucho más poderosas de lo que muchos varones sospechan, incluso el propio Sumo Sacerdote de Daguna.

Sacerdotisas vistiendo a una de las suyas como concubina.

Pese a todo, las sacerdotisas de Belatu tienen sus conflictos. Fuera de la ciudad, la mayoría de las kadishu las tratan con desdén e incluso las tachan de blasfemas, al haberse sometido al poder de los varones en lugar de reivindicar el poder de la feminidad de Shuk-Nippurash, siendo el trato es frío en el mejor de los casos. Por desgracia para las hijas de Belatu, se han ganado la enemistad de la ciudad de Kish. En ella, su Suma Sacerdotisa, Kheba, decidió hace tiempo que había que hacer algo para escarmentar a las herejes que mancillan el nombre de su diosa. Sabe que no puede ganar por la fuerza, ya que tanto la ciudad de Mari como el templo de Daguna la respaldan, así que ha decidido destruirlas desde dentro. Para ello ha enviado a Shukura, una joven gudapshu, como enviada al templo de Belatu. Shukura ya ha empezado a tener éxito, convirtiendo a parte de las jóvenes sacerdotisas a la ortodoxia religiosa de Kheba, y enfrentándose a la Suma Sacerdotisa de Belatu, diviendo el templo entre las más tradicionales y las que observan con envidia el amplio poder que disfrutan las Gudapshu de Kish y desean emularlas.

Notas:
En la creación de las hijas de Belatu tomé como inspiración las Bene Gesserit de la saga Dune. Lejos de ser las sacerdotisas típicas de la Espada y Brujería, en una ciudad como Mari, llena de Casas intrigantes, pensé que encajarían mejor si fueran mucho más sutiles que la versión todopoderosa que aparece de ellas al final del manual de La Puerta de Ishtar, aunque entiendo que son extremos contrarios.
La idea de enfrentar ambas concepciones me vino porque recientemente he encontrado a un grupo dispuesto a jugar en el mundo de Kishar, y me gustaría dirigir la partida inicial que viene en el módulo, usando a la joven sacerdotisa como vínculo de unión entre ambas. Aún queda bastante para jugar, pero ya veremos el resultado.