sábado, 28 de noviembre de 2015

Profesiones de Kishar: poceros

Un pocero es un oficio que consite en excavar pozos, ampliarlos y mantenerlos en las ciudades-estado de Kishar. Es un trabajo duro, que requiere pasar horas cavando y en el que las herramientas necesarias para desarrollar su labor son bastante primitivas y casi todo ha de hacerse a mano. Bajo la supervisión de los arquitectos, crean los importantísimos canales por el que desvían agua de los ríos para las urbes y los campos. Hacer eso requiere sacar ingentes cantidades de arena del suelo, así como emplear diques para contener las aguas, crear caídas y elevaciones para que el agua por gravedad se filtre, etcétera. También se encargan de crear los pozos, construyendo para ello túneles subterráneos en pendiente que comuniquen con un agujero en vertical. 

Asimismo, se encargan de mantenerlos y repararlos. La erosión del río y el ambiente humano hacen mellas en las obras de ingeniería y acaban por provocar desastres si no se cuidan, como por ejemplo inundaciones o campos a los que no llega el agua. También hay que tener en cuenta que no existe realmente un sistema de alcantarillado en Kishar, sino que las aguas mismas se convierten en el basurero local, con lo que las aguas que entran limpias del río suelen volverse turbias fácilmente. No es extraño que animales muertos por accidente o el arrastre de cañas o fragmentos de ladrillos taponen las arterias fluviales de la urbe y haya que retirarlos, en cuyo caso habrá que desviar el agua o contenerla con su ayuda. Todo este trabajo han de hacerlo los poceros. Un oficio que exige una gran capacidad física y también estar dispuesto a ensuciarse y oler mal.

Excavando un túnel antes de inundarlo
También es una profesión peligrosa, puesto que, como deciamos, los medios son muy primitivos. Por ejemplo, drenar un lecho del río para construir una bifurcación hace falta construir un dique antes. Si ese dique no se ha hecho bien, puede que las aguas los ahoguen o se los lleven por delante. A su vez, si un canal está atascado, habrá que sumergirse y averiguar qué lo está taponando. Normalmente serán los restos de animales, barro y otras inmundicias, pero en Kishar, a veces hay otras cosas que más vale no perturbar en su sueño. Peor aún sucede con los pozos y fuentes. No es una labor realmente agradable.

Aún así, son uno de los más antiguos que existen en Kishar. Los primeros awilum, al servicio de los Annunaki, realizaron estos trabajos. Hoy, los mushkenum son quienes ocupan los puestos. Al ser uno de los más indeseables, y siendo un recordatorio de lo humildes que fueron una vez, los señores de las ciudades-estado desprecian a estos mushkenum y sus esclavos hacen lo mismo.

Hasharu robustos como este son útiles como poceros.


En la ciudad de Sippar, sin embargo, se ha convertido en una mina de oro. Al menos para la dueña de sus esclavos, Irka-Aru, hermana del Ensi local. Los Hasharu, esclavos deformes y experimentos fallidos del Ensi, son usados como poceros. Sin embargo, Irka-Aru ha descubierto que cavar pasajes subterráneos para los nobles de la ciudad tiene su recompensa. Ya sea para escapar de la ciudad o reunirse con amantes secretos, los oscuros y húmedos túneles son ahora sus dominios. El laberíntico complejo de pasadizos es extenso y sólo su dueña los conoce todos. Los Hasharu tienen asiganadas determinadas áreas que conocen, pero ignoran la disposición del resto. A cambio de un precio, ya sea favores, información o pagos en especie, estos Hasharu permiten que los nobles los recorran con un guía en la oscuridad, para evitar que los aprendan. Los despojos que hacen las veces de guía tienen atadas a la cintura (o algo parecido) una cuerda, que es la que el awilu sujeta mientras es guiado por su inquietante anfitrión. La idea de perderse en un laberinto a oscuras con estas criaturas llena de terror y/o asco a los aristócratas, que sujetan con fuerza sus cuerdas. Si a ello se añade que no todos los moradores del laberinto sirven a Irka-Aru, el lugar parece cuanto menos inquietante.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Profesiones de Kishar: el soldado

Los soldados forman la columna vertebral del ejército de Sargón. Sin ellos, el Imperio se habría venido abajo hace mucho tiempo, y tampoco existiría, tanto en su formación como en el dia a dia se ocupan de que toda la Kishar ocupada se mantenga estable.

Guerra en la era de los Annunaki


Antes de la ascensión de Sargón al poder, los soldados no existían en realidad. La guerra se llevaba a cabo mediante levas de reclutamiento en las propias ciudades. Todo hombre sano y sin deformidades capaz de empuñar un arma era obligatoriamente inscrito cuando era necesario. Cada uno era responsable de procurarse sus propias armas y equipo, siendo el suministro de víveres lo único que aportaba la ciudad, junto a un entrenamiento superficial y el miedo a los látigos de los oficiales y sus crueles castigos como principal motivador para ganar la batalla. Cuando acababa el periodo de conflicto, los guerreros supervivientes volvían a sus vidas ordinarias, a seguir sus ocupaciones. Aquellos que habían sido mutilados corrían peor suerte siempre, porque los gobernantes no se hacían responsables de ellos, achacando a su propia falta de habilidad y pericia en el combate su situación actual, y por ello realizar las mismas labores suponía una gran dificultad para ellos. Por ello muchos trataban de ocultarse cuando llegaban los oficiales de reclutamiento, aunque dependiendo de la ciudad, ser atrapado en estas circunstancias podía conllevar un destino peor, desde el simple reclutamiento a la fuerza maniatado, hasta la muerte como blanco de prácticas para otros reclutas. Los Annunnaki llevaron a cabo sus batallas de esta manera durante milenios, sin preocuparse de la moral de su ejército ni su equipo.

Sargón cambió todo eso, creando por primera vez en Kishar el oficio del soldado: un guerrero entrenado cuya ocupación era hacer la guerra. Alimentados por la ciudad, eran ejercitados diariamente y adiestrados en el uso de armas, tácticas y estrategia. Todo ello le dio una ventaja sin igual en el campo de batalla, que le permitió conquistar una ciudad tras otra para su gran Señor y Amo: el dios Enlil. Tras la rebelión que dio fin al gobierno de los Annunnaki y la formación del Imperio, el Inmortal mantuvo al ejército.

Zubi o espada-hoz de bronce de Kish


Como buen general, dispuso sus tropas por todo el tablero de Kishar, situándolos en todas las ciudades, para evitar revueltas y mantener bajo control el incipiente Imperio. Para garantizar la lealtad de sus hombres y líderes, les dio lotes de tierras, esclavos para trabajarlas y sueldos en forma de cestas de pescado y sal cada 3 meses. A cambio, debían entregar a sus primogénitos al ejército de Sargón, manteniendo de esta manera una clase social nueva en las urbes de Kishar llamada Niskum. Estos awilum son los integrantes de los puestos de oficiales en el Kishir Sharruti, "los Hombres del Emperador", y reciben este epíteto porque realmente le son leales, al depender directamente de él y no de los Ensi que gobiernan las ciudades, pues el propio Emperador es quien se encarga de suministrar las provisiones y vituallas, a fin de garantizar tanto la fidelidad del ejército como el buen estado de salud de los mismos.

Aunque los awilum son los grandes estrategas y tácticos, son los mushkenu quienes forman el grueso de las tropas. La mayoría son esclavos que los Niskum aportan a los Turtam, los grandes generales de Sargón. Estos esclavos son adiestrados y puestos a prueba por los awilum quienes los disciplinan con mano firme y terribles castigos. La muerte a bastonazos no es algo desconocido, y los latigazos un castigo habitual. Pero los awilum no son estúpidos, pues han aprendido a evaluar a los esclavos, y buscan en muchos de ellos signos que delaten la fuerza y las debilidades de los mismos, a fin de asignarlos a las unidades en las que pueden ser más eficaces.

Así, los más indisciplinados y débiles son convertidos en nim ("moscas"), tropas de infantería ligera que actúan como escaramuceros y unidades de despliegue rápido que acosan al enemigo y se encargan de distraerlos. Armados con cascos de cuero, escudos, hondas y lanzas, son carne de cañón para tratar de frenar el avance del enemigo, a menudo las tribus de bárbaros cimmerios o asaltantes uridummu, con quienes suelen poder enfrentarse en condiciones.

Un ejemplo de soldado en tiempos de paz


Las tropas que soportan bien el ritmo y se integran en sus unidades forman las unidades regulares. Pertrechados con cascos de bronce, armaduras de cuero cosido y zubi (espadas-hoz), forman las falanges que plantan cara al enemigo. La primera línea de las falanges lleva un escudo, mientras que de la segunda y tercera llevan lanzas para atosigar al enemigo. Las últimas están para reemplazar a los caídos de las filas delanteras, y si hay un awilum como oficial, un wardu lo lleva en una silla especial por encima de sus hombros para que dirija el combate con su látigo y su arco.

Los Wardu son reservados como infantería pesada, estando a menudo protegidos con armaduras de placas o escamas de bronce, capacetes del mismo metal en su cabeza, y armados con enormes hachas de bronce o almádenas de pesada piedra. Forman unidades más pequeñas y compactas, a menudo enviadas a la lucha para asegurar la aniquilación total del enemigo. Cuando los uridummu o cimmerios ven a estas tropas, su visión suele ser suficiente para hacer encoger sus corazones y salir huyendo.

Estas tropas son la soldadesca habitual en Kishar. Por supuesto, existen puestos más específicos: están los exploradores que hacen las veces de espías y saboteadores del enemigo; los zapadores que con palos de cavar, antorchas y hogueras socavan las murallas fortificadas; los conductores de carros que guían a sus oficiales en mitad del caos de la batalla; etcétera. Pero en este caso se trata de unidades auxiliares o especializadas.

Los mushkenu cuyas heridas supongan  una incapacidad para el combate suelen ser relegados a tareas menores, como ayudantes de cocina, arrieros de animales, mensajeros, o posiciones que sirvan para darles alguna utilidad. En caso de que realmente sean más una carga que una ayuda, no es raro devolverlos a sus amos o incluso venderlos.

Aplicaciones a la Puerta de Ishtar:
  • Un pj puede aplicar su profesión de Soldado para obtener un bonificador a sus Habilidades de Combate, siempre que cuente con la aprobación del Director de Juego, superando así la regla que dice que ninguna habilidad de combate puede dar un bonificador mayor que 6.
  • Un grupo de cimmerios encuentra a un soldado que dice haber desertado, y que puede darles información sobre las tropas cercanas si lo dejan vivir. ¿Es un espía de Sargón o realmente es lo que dice?
  • Un mushkenu que recibe un golpe en combate queda inconsciente en una batalla y dado por muerto. El cruel awilum que los dirigía se retiró rápidamente y por ello los cuerpos no han sido incinerados. Esta es su oportunidad para huir y ser libre, y podria ser el transfondo de un personaje.