miércoles, 16 de abril de 2014

Los Wardu de Mari

En la entrada anterior, veíamos el largo y costoso proceso de generación de los fascinantes wardu, esos seres mitad toro, mitad hombre (o mujer) del mundo de Kishar. Ahora nos fijaremos en su encarnación en Mari.

Después de lado a la belicosa Ur, puede que Mari sea la segunda ciudad que alberga más wardu de toda la Puerta de Ishtar. La razón es doble: por un lado, Mari es una ciudad fronteriza en la que los ataques de uridummu, bárbaros cimmerios y los extraños hititas son frecuentes (y los hombres-bestia son lo bastante fuertes y temibles como para ser útiles en su defenesa); por otro lado, el comercio con los Fenicios en forma de esclavos lleva a los awilum a comprar toda clase de hombres y mujeres ("cualquier mushkenu o wardu tiene un precio, no importa cuan pequeño sea" es un dicho común entre ellos), y eso los incluye a ellos.

Cualquier wardu encarna lo mejor y peor de sus padres.
Aún así, el número de ellos es ínfimo en comparación con la gran cantidad de mushkenu en la ciudad. Puede que no haya más de cien o doscientos wardu en toda Mari. Ya se vio que no son precisamente fáciles de obtener. Además, se necesita un permiso especial del Ensi local para tener uno. En Mari sólo la Casa gobernante de Adad, a la que pertenecen el rey brujo Labaón y varias familias, ostenta tal privilegio, y de hecho la mitad de los wardu en la ciudad son de su propiedad. Pasear por la ciudad y encontrarse con algunos wardu acompañando a un awilum es señal de que el noble es uno de los parientes del Ensi o un aliado de confianza. La otra mitad la forman guerreros del ejército de Sargón en la ciudad, o esperan a ser vendidos como esclavos a los Fenicios.

Aunque un wardu no es una simple bestia y por tanto un animal sin mente al que se puede instruir en el conocimiento, los awilum usan a los wardu para lo que por naturaleza han sido creados: la violencia. ¿Para que crear un asistente wardu del templo, cuando los mushkenu son muchísimo más baratos? No, un wardu desempeña en todo caso el papel de guerrero de alguna clase, ya sea activamente como guerrero en las filas del ejército o la soldadesca local, o de forma más pasiva como guardián de algún awilum. En el caso de los wardu varones, ciertas mujeres awilum aburridas de sus maridos o curiosas los usan también como juguetes sexuales, pero esto es algo prohibido por los varones awilum, que consideran (por diversas razones) la mera idea inmoral y aborrecible, pues son como animales para ellos y sería una gran deshonra para cualquiera de ellos que uno de sus esclavos se acostara con su mujer, amante, hermana, hija, etc (aunque para ellos no es ninguna deshonra el acostarse con jovencitas mushkenu; es lo que tiene la doble moral del patriarcado awilum). Como gladiadores son también muy apreciados en los fosos de luchadores, y no es raro ver alguno en ellos, aunque este suele ser un papel que alcanzan tardíamente, cuando son viejos y algún amo en apuros económicos necesita solvencia.

Sus amos rara vez los ponen en peligro conscientementes, sabiendo lo caros que son, y minimizando los riesgos. En su lugar, la mayoría vive bien en comparación con muchos mushkenu, recibiendo una buena alimentación y disfrutando de aposentos, si no cómodos, al menos más agradables que los de cualquier otro esclavo. El único precio que deben pagar, por supuesto, es la obediencia ciega y total a sus amos hasta el último aliento. La actitud que mantienen varía de unos a otros, pero se puede decir sin temor a equivocarse que la mayoría aceptan ese destino. 

Una hembra wardu cuyas joyas reflejan la riqueza de su ama.

Algunos abrazan un estilo de vida hedonista como sus amos, recreándose en su fuerza y su poder intimidatorio a costa de débiles mushkenu a los que castigan, mientras que otros son lo más cercano al honor que tiene el Imperio y son almas nobles. Todo depende de ellos y de la relación que mantengan con sus amos: algunos son más permisivos que otros, haciendo que su existencia sea más soportable, e incluso desarrollan algo parecido a la amistad. Otros los tratan como poco más que juguetes caros, y se ganan el rencor eterno de sus guardianes. No son pocos los wardu que mantienen una relación de amor/odio con sus dueños.

Espero que esta entrada ayude a dar un poco más de vida a los wardu de Kishar.

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