<<La última noche, antes de que los Traidores se acogiesen al amparo de la oscuridad para perpetrar sus crímenes contra sus creadores y grandes señores, Uttu, Aquella-Que-Todo-Lo-Ve, hizo llamar a sus hijas. Apareciéndose ante su madre, las Siete se postraron ante ella, y viendo su enojo, la mayor se atrevió a dirigirse a ella:
-¡Oh, Madre! Aquí están tus hijas, y sin embargo, tu rostro no muestra alegría al verlas. ¿Qué aflicción tran grande albergáis? Por favor, compartidla con nosotras para aliviaros, pues vuestro sufrimiento es el nuestro, y no descansaremos hasta que vuestra faz vuelva a mostrarse serena.
Ante sus palabras, la Gran Tejedora miró a las Siete, y suavizando su rostro, contestó a sus súplicas con tono dolido:
-Grande es mi dolor, hijas, ante aquello que está por venir en poco tiempo, y poco podemos hacer ya, pues las palabras endulzadas del Traidor han obrado su maligno efecto en los espíritus de muchos. Sí, grande es mi dolor, pues mucho se perderá y nada volverá a ser lo mismo.
Las Siete quedaron turbadas ante las palabras de la Sabia Uttu, pues intuían parte de ello (no en vano eran sus hijas) y sin embargo no podían comprender la magnitud y el alcance de lo que el Traidor provocaría. Nuevamente, habló la primogénita.
-¿Qué haremos entonces, Madre? ¿Qué deseáis de vuestras hijas?
Uttu las miró, y una gran tristeza se apoderó de ella, pues estaba segura de que algunas de sus hijas se perderían para siempre y no las vería más. Y en silencio, susurrando a cada una de ellas al oido, les encomendó una tarea, y tan pronto como hubo terminado, las abrazó y las besó. Las Siete entonces se despidieron y marcharon, prestas a cumplir sus encargos.
Se dice que fue una de las Siete quien avisó a los otros Señores de la traición, que fue otra quien quien encontró el refugio en el que hoy moramos, que una pereció intentando asesinar al Traidor, que una cuarta murió mientras envenenaba a los falsos amigos, la quinta se infiltró entre ellos divulgando mentiras y obteniendo valiosos secretos del Traidor, la sexta condujo a los fieles de Uttu por pasajes y caminos seguros. La Séptima, sin embargo, quedó atrás, oculta, pues su papel sería el de castigar a los traidores en los siglos venideros.
De las Siete, sólo cuatro volvieron con su madre y permanecen con nosotros hoy.>>
Se las puede encontrar en los
rincones más oscuros y húmedos de los hogares de muskennum y awilum, así
como entre los cañaverales del Buranum y el Idigna, e incluso en las
grietas de las murallas. Son las arañas, siervas de Uttu, diosa del
hogar y la urdimbre, de los lazos entre hombres y mujeres (el
matrimonio). Fue ella quien enseñó a las primeras awilum los secretos
del telar y quien les otorgó sus primeros vestidos para ocultar su
desnudez cuando fueron creadas. Las trató como a sus propias hijas, las
vistió y las educó. Y sin embargo, la traicionaron, como al resto de los
Annunaki, y la exiliaron a las profundidades de Babilonia.
Se
dice que las arañas, antiguamente, eran los ojos de Uttu. Con ellas
veía todo lo que pasaba en los hogares de sus siervas awilum, y por ello
conocía muchos secretos que estaban ocultos a otros Anunaki. Por eso,
no la pillaron desprevenida cuando los agitadores y rebeldes awilum
acudieron a su templo a buscarla, y nunca la encontraron. Desde
entonces, sus criaturas han acosado a los mortales, causando molestias
como represalia por su traición.
Sin
embargo, no fue eso lo único que dejó atrás la diosa.
De la séptima hija de Uttu descienden las grandes arañas de Kishar. En algún remoto de la tierra, donde ninguno de los seguidores de Sargón el Inmortal pudo descubrirla, dio a luz a terribles arácnidos, cuyo propósito sería dar caza a los awilum y sus creaciones. Desde entonces, estas depredadoras criaturas merodean cerca de lugares oscuros, cazando a aquellos incautos que pasan cerca de ellas.
Grandes cazadoras, poseen una gran astucia, y no es raro encontrarlas a lo largo de toda Kishar. Su tamaño varía, siendo las más pequeñas del tamaño de gatos, mientras las más grandes pueden alcanzar fácilmente el tamaño de un elefante. Lejos de ser criaturas lentas, se mueven con gran agilidad y son extremadamente silenciosas, y sus caparazones quitinosos son tan duros que sólo las armas de bronce son capaces de penetrar la gruesa piel. Si sus poderosas mandíbulas ya no fuesen suficientemente fuertes, siendo capaces de mutilar de un mordisco a sus presas, disponen de un mortífero y ponzoñoso veneno tremendamente peligroso, que paraliza a sus víctimas y pudre la carne y la piel.
Grandes cazadoras, poseen una gran astucia, y no es raro encontrarlas a lo largo de toda Kishar. Su tamaño varía, siendo las más pequeñas del tamaño de gatos, mientras las más grandes pueden alcanzar fácilmente el tamaño de un elefante. Lejos de ser criaturas lentas, se mueven con gran agilidad y son extremadamente silenciosas, y sus caparazones quitinosos son tan duros que sólo las armas de bronce son capaces de penetrar la gruesa piel. Si sus poderosas mandíbulas ya no fuesen suficientemente fuertes, siendo capaces de mutilar de un mordisco a sus presas, disponen de un mortífero y ponzoñoso veneno tremendamente peligroso, que paraliza a sus víctimas y pudre la carne y la piel.
Imagina encontrar una de estas del tamaño de un buey |
Ideas para aventuras:
-Diversos Ensi pueden desear algo de estas criaturas:
- Enshakushanna quiere atrapar viva a una de estas criaturas para su zoológico, o puede que para su arena de gladiadores. Enfrentarse a una de estas criaturas ya es difícil, pero capturarla puede suponer un desafío. Quizás haya que mediar con algún Asirio para obtener algún tipo de antídoto, y obtener herramientas adecuadas para cazarla.
- Ur-Ningirsu, actual gobernante de Ur, ha oido hablar de la cercanía de estas criaturas y desea cazar una de ellas para añadirla a su colección. Un gran guerrero y excelente cazador, está acompañado por algunos miembros de su guardia de honor. Su hijo, Amar-Sin, ha sido quién se ha encargado de transmitir la información, esperando que su padre muera en la lucha con la mortífera criatura. Como seguro, ha enviado a un grupo para acabar con él. En esta aventura, los pjs podrían ser miembros de la guardia de Ningirsu, o ser los asesinos contratados por Amar-Sin.
- Un Ensi desea obtener los ojos de una de estas criaturas para realizar un conjuro que le permita ver a través de los ojos de las arañas de una ciudad. Quizás haga llegar esta petición mediante un Asirio que haga las veces de intermediario por él en Kishar, y este convenza a los pjs.
"(...)mientras las más grandes pueden alcanzar fácilmente el tamaño de un elefante."
ResponderEliminarAaAarrgghh...
Desde luego, no son una visión muy agradable para nadie XD.
ResponderEliminarGracias por comentar.