El papel de las mujeres en el mundo patriarcal de la Puerta de Ishtar es bastante limitado en cuanto hablamos de la sociedad awilum. En general, al menos a nivel teórico, sus tareas se limitan al hogar y la crianza de los hijos pequeños y las hijas hasta que abandonan la casa paterna.
En la práctica, la necesidad obligaba a la sociedad a hacer la vista gorda, sobretodo entre las clases inferiores de los mushkenum, donde la mano de obra esclava femenina es igual de necesaria para el cultivo u otras actividades artesanales. Sin embargo, debido a que el hombre tiene más fuerza que la mujer, a ellas se las emplea en otro tipo de actividades, como es hilar y tejer la lana, confeccionar cestas con cáñamo, ir a por agua al río o canal y transportarla, preparar comidas, o cuidar de los animales. Las esclavas domésticas, en contraposición a las que trabajan en el campo, viven con sus amos y tienen tareas que suelen requerir menos esfuerzo físico, aunque algunas son similares, como cocinar o hilar, mientras que otras, como actuar de damas de compañía para la esposa o sus hijas, o concubinas para el patriarca o sus hijos, son nuevas.
En el caso de las awilum, la falta de libertad es mucho más asfixiante que las esclavas. Al fin y al cabo, si una de ellas quiere algo, sólo ha de ordenárselo a los mushkenu. Es esperable en Kishar que un hombre mantenga a su esposa y sus hijas. La imagen de una awilum trabajando indica una irresponsabilidad total por parte del varón que la custodia, sea su esposo, padre, hermano o hijo (en el caso de viudas), una mancha a la dignidad del hombre que es castigable penalmente. Tal es su estado de invalidez a nivel social, que su testimonio legal no es aceptable en juicio alguno, debiendo un pariente hablar en su nombre e incluso ¡hacer negocios en su nombre! Un ejemplo ilustrativo es la compra de esclavos para el personal doméstico, que tradicionalmente llevan a cabo las awilum desplazándose al mercado local, donde son ellas quienes eligen a los mushkenum y quienes regatean con los negreros, pero en la que es el sello de su marido quien aparece en la tablilla confirmando el pago. Esto dificulta mucho cualquier labor que deban hacer. Por ello tradicionalmente las awilum están al cargo de los hogares y su responsabilidad principal es la supervisión de los esclavos y todos aquellos que moran dentro de la casa patriarcal. Las mujeres deben tenerlo todo preparado para su familia, o se arriesgan a sufrir la ira de sus esposos o parientes masculinos.
Esto no significa que se pasen encerradas todo el día en la casa. Tienen que acudir al mercado a comprar alimentos, telas o regalos acompañadas de sus criados, van de visita para ver a parientes y vecinas, celebran fiestas privadas con sus amigas o llevan a cabo rituales en el templo de Shuk-Nipurash. Lejos de estar ociosas, las awilum son tan activas como sus contrapartidas masculinas, dentro del espacio que la sociedad de Kishar les permite.
Existen excepciones a estas limitaciones legales. Pero eso es material para otra entrada.